Los dictados no tienen por qué ser casi siempre aburridos. Dicta el profesor en medio del silencio del aula en donde copian eficientes los alumnos a la espera de que el profesor declare el punto y final.
El dictado interactivo rompe con esta rutina exigiendo al
alumno su participación y su implicación no solo en el proceso de copiar típico
del dictado tradicional sino que también le exige poner de relieve sus dotes
creativas a través de un nuevo proceso.
La nueva dinámica del dictado interactivo tiene su propia
secuencia. En primer lugar, el profesor lee el texto que van a copiar sus
alumnos. Todos escuchando atentos. Una vez termina y se hacen preguntas sobre
comprensión (siempre puede haber problemas de vocabulario) se copia la historia
que el profesor dicta a la manera tradicional. Pero la historia que han copiado
no tiene final. El final lo tienen que inventar los alumnos, y ponerle un
título. Luego los alumnos cambian sus cuadernos para que los compañeros las
lean en voz alta al resto de la clase y compartir las creaciones. Habitualmente
se escogen textos narrativos porque se prestan más (obviamente) a la sucesión
de historias pero pueden ser otro tipo de textos (también depende de los
contenidos que se estén trabajando durante el curso).
Se valora sobre todo las propiedades del texto: coherencia,
cohesión y adecuación, es decir, que la historia resultante mantenga una
continuidad más o menos lógica con la historia base que han copiado. Que sea
original y, por supuesto, que la ortografía se respete.
Gracias al dictado interactivo se trabaja de manera original
la comprensión oral, la expresión escrita y la ortografía y por supuesto, la
producción escrita junto a la creatividad. Los resultados son siempre
divertidos y a los alumnos les resulta muy estimulantes porque, al fin y al
cabo, ellos se convierten por un rato en escritores y protagonistas de su
propio aprendizaje.
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