Desde el Departamento de Lengua Castellana y Literatura, para celebrar el día del Centro, se programaron tres actividades: una exposición de libros raros y curiosos, una lectura de textos en público y la entrega de premios del concurso de relatos cortos que se convocó unos meses antes.La Exposición de Libros tenía la finalidad de mostrar a los alumnos la importancia que ha tenidoel libroen papelcomo medio para difundir y preservar la cultura, sobre todo hoy día, en que la revolución tecnológica lleva camino de desplazar y sustituir el formato en papel impresopor el forma digital. Muchos de los libros que se expusieron tienen un formato curioso,ouna edición cuidada con ilustraciones que llaman la atención. Otros resultaronllamativos por su antigüedad o, como el caso de la edición conmemorativa del tercer centenariodelQuijote de Cervantes,que imita la original de 1605,pornos dan una idea de las técnicas de impresión que se usaban en aquella época.Por su parte la lectura de textos en público pretendía animar a todo el mundo a dar aconocer sus preferencias por autores, y hubo quien sorprendió a los asistentes con textos decuño propio. La actividad tuvo más participación de lo que en principio nos esperábamos. Sin duda es una experiencia que se podrá repetir en cualquier momento.Por último la actividad relacionada con lospremios del Concurso de Relatos Cortos contó con lapresencia de nuestro Conserje Paulo, que se encargó de entregar la estatuilla en plastilina creada por él mismo al ganador del Primer Premio, el alumno de 2º de Bachillerato, Javier de la Cruz. Mabel, nuestra Jefa de Estudios hizo entrega a los galardonados, -además de Javier, Laura Méndez Márquez, también de 2º de Bachillerato y Manuela Vázquez Torrado, de 2º de ESO -del Diploma, cheque-regalo y lote de libros.A todos ellos y a cuantos han participado en las actividades queremos agradecerle la colaboración. Para el año que viene...más, o por qué no,como ya queda apuntado,cuando se tercie.
Relatos cortos premiados en el concurso
MUJER DE PIEDRA
Javier de la Cruz
Te veo apresada, esclava de sus golpes, los cuales te fulmina física y mentalmente; cada
vez que veo desde mi ventana cómo ese monstruo te tortura, siento ganas de romper la
puerta de tu jaula y reconstruir tus alas para que puedas volar y encontrar de nuevo la
ilusión del amor. Cuando él duerme, sé que sollozas y que susurras con miedo una
realidad lapidaria: “Yo puedo ser la siguiente”.
Tu hijo mira tus heridas y no puede creerse cómo todavía no has escapado de ese engendro
hecho hombre, pero no persona; los vecinos hacen la vista gorda cuando ven tus heridas
de guerra; siento que ellos no aguantarían ni de coña lo que tienes que aguantar; puedo
sentir cómo te mientes y te infravaloras, te dices a ti misma: “Si me enfrente a él, acabará
conmigo”; pero tienes que ser fuerte, luchar por ese niño que se esconde tras la puerta de
su habitación y tapa sus oídos para no escuchar las bofetadas, esos impactos de artillería
sobre tu cara.
Lucha por tu familia, por tus padres que te regalaron la vida y no quieren que te marchites,
bella flor, a la sombra de ese “gran” árbol. Siento el deseo de entrar en tu celda, agarrar
tus manos y que, con tu retoño, corramos lejos, en busca de nuevos vientos, que curen tus
heridas y llenar tu mente de nuevos recuerdos, recuerdos buenos, bellos, de sueños
imposibles, que hagan olvidar todas esas cicatrices y marcas de la bestia, de ese carcelero,
que durante tanto tiempo, te ha ha mantenido como un reo esperando el momento incierto
de su ejecución. Volemos pues hacia algún lugar, hacia alguna estrella, en donde él no
esté y puedas empezar de cero.
Xavier Blöt Hdensk
QUERIDOS “RELLES” MAGOS”
Laura Méndez Márquez
- Eres un pringado – se burló Raúl, a la vez que todos sus amigos que se mascaban
caramelos se reían de Marcos
Marcos suspiró apenado, sintiéndose culpable por haber hecho que le tratasen mal.
Volvió a mirar hacia su carta destinada a los Reyes Magos de Oriente, que habían venido
a recogerla nada más y nada menos que a su colegio.
- Venga, id al patio, que los Reyes Magos ya se han ido – dijo su profesora Amaia a los
niños, que corrieron con las manos repletas de caramelos; se habían portado muy bien
este año o eso le habían dicho a los Reyes.
Amaia miró a Marcos, que estaba sentado solo en una de las mesas de dibujar.
Marcos cogió el lápiz y escribió de nuevo en su carta, pero a los segundos de haber
dejado el lápiz en la mesa, la arrugó y la arrojó al suelo enfadado, yendo a aparar a los
pies de su profe preferida.
- ¡Oye! ¿Por qué no has ido a llevarle la carta a los Reyes? – pregunto recogiendo la
bola de papel y sentándose a su lado. Marcos agachó la cabeza y negó apenado. - ¿Qué te
ocurre?
-Se burlan de mí por ser diferente – contesta sin mirar a los ojos a Amaia, que le escucha
con el corazón encogido.
- Pues yo creo que ser diferente mola mucho – respondió sonriente.
Marcos la miró sorprendido, aliado de saber que su profe preferida no pensaba igual
que Raúl. Bajó la mirada para dirigirla hacia el papel arrugado.
- Si quieres, puedo dársela a los Reyes Magos antes de que se vayan – se ofreció Amaia
sonriente, acariciando la mejilla del niño. Este se quedó pensativo unos segundos y
asintió. - ¡Corre, ve al patio con los demás!
Marcos se levantó y se fue en busca de su amiga Leonor, aunque al levantarse su mirada
volvió a posarse en su carta arrugada. Amaia sonrió y suspiró aliviada por haber alegrado
al niño. Acto seguido, abrió la carta.
Queridos “Relles” Magos:
Este año fui “mui” bueno y por eso me quiero pedir una muñeca que llore y un carrito
para jugar con Leonor un coche con un circuito de carreras...
Marcos Sánchez Pérez.
EMPECÉ A CORRER...
Manuela Vázquez Torrado
Empecé a correr por los pasillos con una extraña sensación que nunca había
experimentado. Llegué al final del pasillo principal, donde se ubicaban los baños de las
chicas. Me apresuré a obstruir la puerta y me adentré en uno de los habitáculos. Acomodé
mi mochila en la puerta para bloquearla y que nadie pudiese entrar y me agaché con
brusquedad en una de las endebles tablas de fina madera que separaba unos cubitos de los
otros. Y allí, sin nada que perder, estallé a derramar gruesas y silenciosas lágrimas que
procedían de mis húmedos ojos, resbalaban por mis rosadas mejillas y se perdían por mis
temblorosas manos. No podía seguir así. Nada me importaba ya, y menos después de lo
que acababa de suceder. Acababa de perder a mi mejor amiga por culpa de una falacia,
por una falsa traición, por una mentira que yo no había inventado. Y aquí estaba yo, en
los baños de un instituto completamente sola, sollozando con toda la intensidad con la
que era capaz de hacerlo. Mis padres se divorciaron hace poco, se distanciaron demasiado,
cuando mi hermano sufrió un accidente automovilístico que le provocó paraplejia hace
aproximadamente un año. Esa situación sumada a los numerosos suspensos y malas
calificaciones en las que se resumía mi vida académica, me estaba devorando por dentro.
Mi vida no tenía sentido, era una vida difícil, como la de cualquier adolescente, supongo.
No obstante, siempre hay algo de luz en medio de la profunda oscuridad, aunque sea muy
tenue. Esa luz se llamaba Macarena, una chica muy empática y amable que se había
convertido en mi mejor amiga sin apenas darme cuenta. Y hoy la había perdido. Pero
supongo que solo te has dado cuenta de lo que tienes cuando los pierdes. Y, en ese
momento, me di cuenta de que haría lo que fuera para poder recuperar a la única persona
que me hacía sentir que yo era útil para algo, que le importaba a alguien y que mi vida
podía virar hacia otro camino que no fuera la depresión.
Publicado por José J. del Pozo.