“Para
qué me habré metido yo en esto”, con lo que yo dejo atrás”. Esta era la frase
que estuvo dando vueltas en mi cabeza desde que me comprometí con mi compañero
Ismael, para acompañarle a él y a 22 alumnos de 4º de la ESO a un pueblo de
Zamora llamado VILLARDECIERVOS.
Comenzó
el curso, y se acercaba la fecha señalada y yo no veía solución (mi solución
pasaba por encontrar a otro profesor o profesora dispuesto a ponerse en mi
lugar y realizar esta actividad).
Y
llegó el día. Hice mi pequeña maleta, pues habíamos comentado unos días antes a
los padres de los alumnos que iban a realizar este Programa, que llevaran poco
equipaje, pues el autobús era pequeño. Yo cumplí, y metí mis cosas y algunas
otras más (brújulas, ordenador de Ismael, balizas de orientación, etc, en mi
troli.
Pasada
la medianoche, y a hurtadillas, descendí del dormitorio, previo paso de despedirme
de mi familia y esperé la llegada de Ismael que pasó a recogerme.
A
la 1,20 horas estábamos en la puerta del Instituto esperando recibir a los
alumnos y al autobús, bueno, al conductor del autobús. A la 1,40 llegó el pequeño autobús en el cuál
pasaríamos hasta 7 horas, como sardinas en lata.
A
partir de la 1,45 empezaron a llegar los alumnos y los padres. Tras unos
últimos consejos, y un poquito apretados en el microbús, decíamos adiós a las
familias y a Jerez.
El
primer trayecto lo realizamos desde Jerez hasta Mérida. Breve parada; cambio de
conductor, y proseguimos nuestro viaje. La noche lo envolvía todo y nuestros
alumnos se fueron relajando poco a poco. Incluso la concentración de alguno les
llevó al ronquido.
Hicimos
una única parada poco antes de llegar a Salamanca. Paramos en un área de
servicios a unos 20 minutos de Salamanca, donde coincidimos, a eso de las 6
hora de la madrugada con una excursión de chicos y chicas que pasaban los 60
años, procedentes de Huelva.
Cuando
amanecía ya nos acercábamos a Zamora. Y sobre las 9, 10 horas de la mañana nuestro
microbús entraba en el pueblo de Villardeciervos. Poco después estábamos ante
las puertas del Colegio. A nuestro lado, otro autobús, con otros 24 alumnos y
dos profesores de Villena (Alicante) esperaba pacientemente a que las puertas
del centro se abrieran y nos recibieran.
Mientras
tanto, decidimos bajar del autobús y comenzar nuestro contacto con los chicos y
profesores del otro instituto. Fuimos cogiendo confianza, eso sí, muy poco a poco.
Antes
de las 10 horas ya estábamos todos dentro. Fuimos recibidos por la Directora
del centro y por otros monitores. Recibimos una breve charla informativa; se
hicieron los grupos para compartir habitaciones y subimos a las habitaciones, Chicas
en un ala del edificio y chicos en la otra. Habitaciones de 5 y 6 alumnos.
Ismael
y yo, bien avenidos, compartimos habitación.
Tenía
la sensación de que habían pasado ya varios días, y aún no habíamos comido.
Después de la primera comida, los alumnos tuvieron tiempo libre y nosotros los
profesores, nos reunimos para recibir información del programa que íbamos a
realizar durante esta semana.
La
primera actividad que hemos realizado por la tarde ha sido una gymkana por el
pueblo. La verdad sea dicha: “una preciosidad de pueblo”. Conjunto
histórico-artístico; con casas de piedra, grandes y espaciosas, rodeado de una
naturaleza, digamos salvaje, por donde ambulaban ciervos, jabalíes, zorros…y
“seres misteriosos de la noche zamorana”, bueno esto último…, se me estaba
yendo la olla.
Por
la noche, después de la cena, los chicos han pasado un rato juntos en la gran
sala charlando y jugando con los juegos de mesa. A las 11 hora ya estábamos en
las habitaciones. Nosotros, los profesores, hemos tenido que montar guardia por
los pasillos hasta que la cosa se ha ido tranquilizando. Pasada la medianoche,
y cuando ya parecía que llevaba allí una semana, me puse en la horizontal y
dormí como “un bendito”.
Después
de una noche de “berrea”, y no de mi compañero de habitación, y sí de los
ciervos que recorren estos lares, hemos amanecido en nuestro segundo día en
estos bellos parajes zamoranos.
Después
del desayuno, nos ponemos en marcha para acercarnos a la Sierra de la Culebra,
y sí, por lógica, porque tiene forma de culebra reptando. La dicha sierra está
tras el pueblo. Nos hemos dividido en dos grupos y hemos realizado dos rutas
que nos han llevado al mismo punto de encuentro, el alto de la sierra donde se
encuentran los restos de un castro celta. En el recorrido hemos disfrutado de
la vegetación de la zona: castaños, pinos, y robles, y algunos arbustos
como el brezo, la brecina, el
cantueso,…Las vistas eran maravillosas.
Por
la tarde hemos realizado dos talleres, uno de orientación con GPS, por el campo
próximo al Centro, y un segundo taller, ya en nuestro Centro dedicado a la
elaboración de jabones con Aloe Vera. Quién más y quién menos ha hecho con
bastante fortuna su propio jabón o crema.
Por
la noche hemos realizado juegos en equipo y nos los hemos pasado chachi.
Antes
de dormir, reflexiono y contesto: “ a pesar de los pesares, de los míos y de
los de mi familia, esta experiencia no está nada mal, sobre todo para los
chicos que están realizando este Programa”.
Tercer
día y tocan “diana”. ¡Arriba! No queda otra. El día promete: “Ruta al Parque
Natural del Lago de Sanabria”. El autobús nos lleva hasta las proximidades del
Parque Natural del Lago de Sanabria. Nos detenemos en la Casa del Parque, algo
así como el Aula de Interpretación, y allí dos simpáticas chicas nos explican
el entorno: historia geológica del lago, fauna y flora, datos etnográfico de la
población y su economía, etc.
De
ahí subimos por una carreterita o más bien una acera, hasta un pueblo
Llamado
Carballeda, en el cuál, un enorme Miguel de Unamuno, se retiró para escribir
San Manuel Bueno, mártir. No me extraña nada que le llegara con suma facilidad
la inspiración. Desde el pueblo se domina la totalidad del lago.
Pues
bien, bajamos del autobús y nos pusimos en marcha. Desde el pueblo hay una ruta
denominada de los Monjes o ruta playa de los enanos, la cual hicimos, y más
bien fácil, ya que todo consistió en bajar.
En
poco tiempo estábamos entrando en Ribadelago Viejo. A la entrada del pueblo nos
encontramos con una estatua de una mujer con su hijo en brazos, protegidos por
una manta de la fría noche. Debajo de la estatua existe una placa donde
aparecen escrito los nombres de más de un centenar de personas (mujeres, niños
y ancianos), que murieron durante una noche de diciembre ahogados por las aguas
que bajaban de una presa que se estaba construyendo en 1959 cerca de este pueblo,
y que se rompió y dejó escapar todo su caudal, inundando el pueblo y acabando
con la vida de unas 134 personas. El pueblo quedó destruido y se levantó cerca
de aquí Ribadelago Nuevo, aunque con el tiempo muchos decidieron volver al
Viejo.
Desde
aquí, nos acercamos al lago, a una zona que parece una pequeña playa, y allí
estuvimos de relax mientras que uno de los monitores, es que ahora no me sale
su nombre, nos ha contado una leyenda sobre el lago en dialecto sanabrés.
El
viaje prosigue y nos trasladamos a la Puebla de Sanabria, la población más
importante de esta comarca. Su casco antiguo, aunque pequeño, es muy bonito.
Hemos disfrutado de un par de horas de tiempo libre. Bueno, ese de tiempo
libre, más bien tiempo de custodia, ya que la noche anterior hubo intercambio
de habitaciones entre chicos y chicas, y en fin, que los profesores y los
castigados hemos hecho “piña” por La Puebla.
Por
la noche, antes de acostarnos, hemos hecho una dinámica de grupos: la caja
dinámica y el juego de la energía, para afianzar la amistad entre los chicos y
chicas de ambas localidades.
Jueves.
Cuarto día. Hoy nos toca otra visita: Los Arribes del Duero”. Los más
espectacular del viaje es el contemplar los arribes, o corte o tajo del Duero
en el terreno: es grandioso. El río
transita entre gigantescas rocas graníticas. Además para cruzar el río pasamos
por un pedazo de puente, que según dicen, construyeron algunos de los
discípulos de Eiffel. Sencillamente, “acojonante”, para quitar el hipo.
Después
de esta impresión, hemos realizado a pie la ruta de los molinos. Se trata de edificios
que se encontraban a lo largo de un arroyo que es afluente del Duero. Hemos
podido ver el molino del Maestro y las partes más importantes de este tipo de
edificaciones que servían para moler los cereales.
Cansados,
hemos ascendido hasta una colina donde se asienta una Ermita y allí hemos dado
cuenta de nuestras viandas. Después del papeo hemos descendido hasta el mirador
de las barrancas, desde donde hemos podido disfrutar de las vistas de los grandes roquedos, donde
anidan buitres, que por lo visto dicen que había tres, pero yo, no se decir
realmente si lo que veía eran buitres o simples piedras. Lo que bien se veía
era el paso majestuoso del Duero.
De
vuelta a Villardeciervos, hemos parado en un taller de artesanía de un pequeño
pueblo, para ver como trabajaba María Carmen, la alfarera. Y claro, luego hemos
picado y la mayoría pues hemos comprado algún “puchero”.
Esta
noche ha sido especial, ya que Ismael tenía preparada una actividad sobre Constelaciones.
Una “gaupada”, como diría uno de mis hijos. Nos ha dado una charla sobre
astronomía, y luego hemos salido, de noche y a oscuras, al campo. Nos hemos
tumbado y con ciertos materiales hemos estado descubriendo en el firmamento un
sin fin de estrellas y constelaciones. Los chicos quedaron muy satisfechos.
Ya
es viernes, y prácticamente nuestro último día. Es el día en el cuál los dos
centros que participamos en este programa presentamos nuestros proyectos y
realizamos las evaluaciones.
Hemos
hecho un cambio de última hora. Por la mañana vamos a realizar las evaluaciones
de todas las actividades. Y además cada Centro realiza una presentación de su
localidad. Los de Villena han realizado un Power Point, con intervención de los
alumnos en algunos momentos. Nosotros, amantes de la improvisación, hemos huido
de la presentación formal en colaboración con las últimas tecnologías a nuestro
alcance, bla, bla, bla, y vuelta con el bla…y nos hemos tirado de cabeza. Hemos
presentado nuestros pueblos y sus entornos de una manera muy teatral, y es que
nos gusta esto. Pues bien, hemos empezado con algunas imágenes (fotografías),
pero pronto hemos tenido en vivo y en directo a Vasco Núñez de Balboa
(recordando así el 5º Centenario del Descubrimiento del Pacífico), luego nos
salió la vena religiosa y montamos una procesión de Semana Santa, con el paso
de la Virgen y su capataz, con los costaleros y con los nazarenos, imitando al
paso de la Macarena. No quedó tan mal. Apareció en escena un personaje muy
cornudo, el diablo, haciendo referencia a la bajada del diablo de la torre de
San Bartolomé, y entre estas cosas pasamos el tiempo hasta que llegó el postre,
y un humilde presente, se atrevió a charlar sobre la gastronomía de nuestros
pueblos. Y de aquí, pues directos a comer.
La
tarde fue más movida. Cada uno de los centros realizó otra actividad que exigía
el Programa. Nuestro centro, bueno, mejor dicho, Ismael, había organizado una
actividad sobre la Orientación en el espacio, con ayuda de brújula y mapa
topográfico. Si me permitís el inciso, colocando las balizas, antes de realizar
la prueba, me encontré frente por frente con una pareja de ciervos, el macho,
imponente. No se quien se asustó más, pero el caso es que fui de los pocos
afortunados en ver ciervos. Ya sigo. La actividad resultó muy divertida y sobre
todo muy movida, ya que los chicos tenían que recorren un gran espacio para
hacerse con las balizas.
Los
profesores de Villena, Pepe, “zapatero” (es clavao) e Iván, los dos biólogos,
prepararon una actividad sobre semillas y frutos. Nos dieron una charla y luego
en la prueba de orientación los alumnos tenían que encontrar algunos de estos
frutos o semillas junto a la baliza.
Antes
de la cena contamos con el único tiempo libre de la semana (media hora, contada
con reloj y con cronómetro), y nos dio tiempo a los profesores para ir a
comprar unos tarros de miel de tejo, arbusto de la zona. De vuelta al Centro
los alumnos estaban preparando la velada de la última noche, o eso pensábamos
nosotros. Después de cenar, comenzó la velada, en la cuál los protagonistas,
por desgracia, fuimos los profesores; Ismael, rápidamente tiró de cartas e hizo
varios trucos, y salió airoso. Yo me atreví con un chiste, colección de mi hijo
de 7 años, imaginaos el resultado; y Pepe (Zapatero), pues eso, hizo de
Zapatero y nos dio un mini mitin.
Luego
ya sí, empezó la musiquita de discoteca y nuestros chicos se lanzaron a la
pista. Nos resultó curioso un baile que realizaron los chicos de Villena
llamado el baile del Caballo, que ahora, pasado un tiempo, veo cada vez más en
televisión.
Y
llegó el final de la velada entorno a las 12,30 y nos subimos a nuestros
aposentos, aunque la gente estaba un tanto inquieta, por lo que esta noche iba
a ser un poco más larga, sobretodo para los profesores, ya que deberíamos poner
orden. “Y nos dieron la una, y las dos”, pero aquí se acabó la canción.
Decidimos dejar la responsabilidad del orden a nuestro super-thermineitor
muñeco-almohada. Elaboramos un muñeco con materiales de aquí y de allí, lo
sentamos en una silla y lo colocamos en el pasillo. Resultó. Algunas chicas
comentaron a la mañana siguiente que había alguien haciendo guardia y
desistieron de salir en busca de aventura. Para nosotros, los profesores, fue
un acierto. Pudimos dormir placidamente, mientras nuestro super-thermineitor
muñeco-almohada velaba por todos.
La
mañana llegó rápido y todo fue un “corre que te corre”: levantarse, lavarse,
hacer maletas, desayuno, ordenar habitaciones, y cuando nos dimos cuenta, más
rápido imposible, estábamos llorando junto a los autobuses que debían llevarnos
a nuestros destinos. Qué jartá de llorar se dieron algunos y algunas.
Al
poco, un autobús en una dirección y otro en otra.
Silencio,
pesadumbre, nostalgia, ensueños, tristeza, cansancio, extrañeza, todo esto me pareció
que flotaba en el ambiente del microbús. ¡Qué cargazón, madre mía!
Y
dejamos atrás Villardeciervos, y a nuestra derecha Zamora, y pasamos por las
afueras de Salamanca, y subimos y subimos hasta casi el Calvitero, pico de la
sierra de Béjar, y bajamos y bajamos a la Extremadura: Baños de Montemayor,
Aldeanueva del Camino, allá Hervás, acá Plasencia, y parada.
Una
breve comida de hermandad: un bocadillito, una pieza de fruta y agua, que nos
habían dado en Villardeciervos. Dos horas después estábamos en Jerez.
Después
que hijos y padres se reencontraron “cada mochuelo a su olivo”. Y yo ya llegué
a mi casa y con los mios. Y mi pregunta ha sido: ¿he causado mucho extravío?