En
el presente año, 2016, se conmemora el tricentenario del nacimiento
del monarca Carlos III (Madrid, 1716-1788), considerado como el mejor
edil de la historia de la ciudad y uno de los mejores gestores
políticos de la Edad Moderna. Ayuntamiento, Gobierno regional,
Patrimonio Nacional, Museo Arqueológico Nacional, Acción Cultural
Española y las Reales Academias de Bellas Artes y de la Historia,
así como la entidad anfitriona, se aprestan a desplegar hasta la
primavera del año que viene un centenar de actividades. Incluye
exposiciones, conferencias, ediciones de libros, concursos,
conciertos, cine, teatro infantil, talleres y un simposio específico.
Desde todas ellas, abordarán la figura y la obra del monarca
ilustrado, el tercer dinasta de la Casa de Borbón, que reinó en
España entre 1759 y 1788, tras haber regido veinte años antes el
reino de las Dos Sicilias.
De
personalidad polifacética, dotado de una fina sensibilidad versada
hacia la Arqueología, el Urbanismo y la Arquitectura, además de las
Artes y las Ciencias, cada una de las dimensiones de su quehacer como
gobernante, gestor y mentor cultural será tratada en el programa de
actos por los mejores especialistas en el estudio de su reinado,
desde la historiadora Carmen Iglesias al conservador José Luis
Sancho, el arquitecto Javier Ortega o el académico José María
Luzón. Según los titulares de las instituciones que promueven los
actos conmemorativos, durante el mandato carolino la ciudad de Madrid
–que pese a su capitalidad imperial era heredera de un pasado
urbano lamentable-, quedó transformada en una de las capitales más
limpias, arboladas y mejor iluminadas de Europa, con dotaciones de
servicios e instituciones botánicas, sanitarias y culturales
insólitas hasta el comienzo de su reinado.
La
sensibilidad arqueológica del monarca impulsor de las excavaciones
de Pompeya, Herculano y Estabia en las faldas de Vesubio, será
evocada en una exposición de la Real Academia de Bellas Artes de San
Fernando en Madrid, que tendrá dos sedes más en Nápoles y en
Ciudad de México.
La Academia de la Historia editará los cuatro
“Elogios fúnebres” pronunciados los próceres Gaspar Melchor de
Jovellanos, José de Cabarrús, Nicolás de Azara y Juan Antonio
Salcedo, integrantes de sus equipos de gestión política,
financiera, artística y cultural, que le granjearon prolongada
nombradía. Patrimonio Nacional exhibirá en el Palacio Real de
Madrid “Carlos III. Majestad y ornato en los escenarios del rey
ilustrado”; la Comunidad de Madrid mostrará la exposición “Una
Corte para el Rey: Arquitectura y Urbanismo en tiempos de Carlos
III”, donde aflorarán las obras de los arquitectos Juan de
Villanueva, autor del Gabinete de Ciencias luego Museo del Prado, y
de Ventura Rodríguez, creador de las fontanas de Cibeles, Neptuno y
Apolo, en el Paseo del Prado.
El Ayuntamiento trazará itinerarios
por doce Bibliotecas públicas municipales, entre otras propuestas y
el Acción Cultural Española y el Museo Arqueológico Nacional, en
la sede madrileña de este, relatarán la proyección exterior y
científica de su reinado ilustrado.
Pero,
¿qué debemos a Carlos III?
Rey
de Nápoles (1734-59) y de España (1759-88), perteneciente a la Casa
de Borbón (Madrid, 1716-88).
Carlos
III realizó importantes reformas -sin quebrar el orden social,
político y económico básico- con ayuda de un equipo de ministros y
colaboradores ilustrados como Esquilache, Aranda, Campomanes,
Floridablanca, Wall y Grimaldi. Reorganizó el poder local y las
Haciendas municipales, poniéndolos al servicio de la Monarquía.
coto a los poderes de la Iglesia, recortando la jurisdicción de la
Inquisición y limitando -como aconsejaban las doctrinas económicas
más modernas- la adquisición de bienes raíces por las «manos
muertas»; en esa pugna por afirmar la soberanía estatal expulsó de
España a los jesuitas en 1767. Fomentó la colonización de
territorios despoblados, especialmente en la zona de Sierra Morena,
donde las «Nuevas Poblaciones» contribuyeron a erradicar el
bandolerismo, facilitando las comunicaciones entre Andalucía y la
Meseta. Reorganizó el ejército, al que dotó de unas ordenanzas
(1768) destinadas a perdurar hasta el siglo XX.
Protegió
las artes y las ciencias; apoyó a las Sociedades Económicas de
Amigos del País, en donde se agrupaban los intelectuales más
destacados de la Ilustración española; sometió las universidades
al patronazgo real y creó en Madrid los Estudios de San Isidro
(1770) como centro moderno de enseñanza media. Creó manufacturas
reales para subvenir a las necesidades de la Monarquía (cañones,
pólvora, armas blancas, cristal, porcelana.), pero también para
estimular en el país una producción industrial de calidad.
En
esa misma línea, impulsó la agricultura (decretando el libre
comercio de granos y organizando cultivos experimentales en las
huertas reales de Aranjuez) y el comercio colonial (formando
compañías como la de Filipinas y liberalizando el comercio con
América en 1778).
Entre
los aspectos más duraderos de su herencia quizá haya que destacar
el avance hacia la configuración de España como nación, a la que
dotó de algunos símbolos de identidad (como el himno y la bandera)
e incluso de una capital digna de tal nombre, pues se esforzó por
modernizar Madrid (con la construcción de paseos y trabajos de
saneamiento e iluminación pública) y engrandecerla con monumentos
(de su época datan la Puerta de Alcalá, el Museo del Prado
-concebido como Museo de Ciencias- o la inauguración del Jardín
Botánico) y con edificios representativos destinados a albergar los
servicios de la creciente Administración pública.
El
impulso a los transportes y comunicaciones interiores (con la
organización del Correo como servicio público y la construcción de
una red radial de carreteras que cubrían todo el territorio español
convergiendo sobre la capital) ha sido, sin duda, otro factor
político que ha actuado en el mismo sentido, acrecentando la
cohesión de las diversas regiones españolas.
Por
todo esto y por algunas cosas más es positivamente valorado, y en
este Tricentenario se recuerda su figura y su época.
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