Se
denomina trashumancia al desplazamiento anual de los rebaños desde las
zonas altas destinadas a pastos de verano a las zonas bajas, en las que
el ganado pasa el invierno. La dificultad de la zonas de montaña para
ser utilizadas con fines agrícolas explica el uso ganadero de las mismas
y su utilización para alimentar rebaños, principalmente de ovejas. El
sistema trashumante se basa en la adaptación de los desplazamientos de
los rebaños a los ciclos climáticos, de manera que durante el invierno,
los ganados permanecen en los cálidos valles, dehesas y tierras bajas
del sur y oeste de la península (invernaderos o "extremos") y a finales
de la primavera se desplazan hacia las montañas del norte y el este
("agostaderos").
Las cañadas son antiguas rutas que cruzan la
meseta castellana y que permiten el paso de los ganados trashumantes en
su viaje de norte a sur buscando los mejores pastos. En su conjunto
forman un amplísimo sistema de caminos de distinta anchura, hasta un
máximo de 70-100 metros. Estas vías se clasifican según sus medidas de
la siguiente forma: cañadas, 75 metros (90 varas castellanas=75,22
metros); cordel, 38 metros; vereda, 21 metros y colada, de anchura
variable. También hay que citar ciertos ensanchamientos donde el ganado
solía detenerse al final de cada jornada conocidos como "descansaderos";
los "abrevaderos", pilones, arroyos o remansos donde el ganado bebía y
las "majadas", lugares donde se pasaba la noche, el ganado recogido y
los pastores a resguardo en los "chozos". Todas estas vías y elementos
accesorios, en conjunto, reciben el nombre de vías pecuarias. Estas
medidas se fijaron por el Honrado Concejo de la Mesta, institución
fundada por Alfonso X el Sabio allá por el siglo XIII, y todavía se
mantienen vigentes, refrendadas por la Ley de Vías Pecuarias de 1995.
Trabajo realizado por los alumnos del Pmar1.
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