1er. Premio de Poesía
Mi Querida Amada
por Sara Albújar Martín 1ºESO B
No sé a quién amar,
pues mi corazón está nublado,
de tantaas veces que ya he amado.
María, dame un beso,
Rosa, dame un abrazo,
y de entre todas, todas,
decidme a quién más he amado.
No sé a quién amar,
pues mi corazón no da más,
tantas veces he amado,
que éste me va a estallar.
Linda, dame una rosa,
Gloria, dame el amor,
y que la que más me quiera,
me dé su corazón.
¿Qué?
por Sara Albújar Martín 1ºESO B
¿Quién eres?
¿Quién soy?
¿Quién me dice a donde voy?
¿Cuándo sales?
¿Quién salió?
¿Cuantos años tengo yo?
¿Por la tarde?
¿Por el día?
No sabía que te conocía
2º Premio de Poesía
Cada vez que te veo
Mis mejillas sonrojeo.
Debes ser como una linda hada,
Porque observo unas claras hadas.
Tu piel es morena,
Como el llanto de sirena.
Tus rizos oscuros me hacen enloquecer,
Porque después de esto, yo te quiero querer.
¡Oh! ¡Lindo ángel caído del cielo!
¡Tú naciste de un claro destello!
Yo quiero ser parte de ti,
Por ello yo te quiero decir.
Yo te quiero por tu belleza,
La cual es la de una princesa.
Y por ello aquí el fin,
Porque yo ya me despido de ti.
por Agustín Rico Barragán 2ºESO B
1er Premio de Relato Corto
Y es que, a veces pasa, que te enamoras...
por Susana Marín Hernández 2ºESO B
Era un día muy raro, era un día en los que te das cuenta de que ya no te gustan esos ositos en la habitación, ni esa blusa, ni esos zapatos anchos, has cambiado, lo sientes, ya no quieres dar paseos por la calle sin más, no quieres que pasen los días y los meses sin hacer nada, no quieres quedarte en casa viendo la tele las 24 horas del día, no quieres sentarte en un banco mientras lees esa revista que te ayudará a conseguir el chico de tus sueños, y que con un test te dirá lo que los demás piensan de ti, te das cuenta de que estarías mejor con un poco de rimmel y de gloss y con esa falda tan bonita que viste, miras a tu alrededor y ese pique que tenías con los chicos ves que ha cambiado no les ves unos inmaduros y tontos, les ves como algo que conseguir, te das cuenta de lo que quieres, de que lo prohibido llama más la atención, de que las normas están hechas para saltártelas de que te estás haciendo mayor y te das cuenta de que la vida solo se vive una vez y sabes como quieres vivirla. Esa es la sensación que tenía días después de conocerlo. Lo conocí, cuando me dirigía a un local que teníamos un grupo de amigas. Iba sola, y un coche se dirigía a preguntarme algo; yo, nerviosa no sabía que hacer. Me pidió mi número de teléfono, fui un poco tonta, pero se lo di. No pensé en lo arriesgado que podía ser eso, pero me encantó. Era rubio, alto, ¡muy guapo!..En esos momentos era mi chico perfecto, pero era en esos momentos de nerviosismo, en los que el cerebro no te funciona con normalidad y empiezas a sentir que el corazón te va más rápido de lo normal, en los que la lengua se vuelve loca y no sabe vocalizar palabras, es en el momento en el que se te salen los colores. Eso me pasaba a mí, se lo di y salí a correr ya que no sabía qué hacer del nerviosismo que tenía. Se llamaba Alberto. Sentí que algo recoma mi estómago. Esa noche me dio un toque, yo estaba pegando saltos de alegría. ¡Me había dado un toque! Yo inmediatamente se lo respondí, ilusionada. Me mandó un mensaje en el que me decía que tal estaba y todo eso... Estuve hablando con él toda la noche, no quería que el tiempo pasara que se quedara así. Me encantaba su forma de hablar, sus piropos, su forma de hacerme reír aunque el no me viera. Pero había un problema, él era lo contrario a mí, su forma de vivir era loca, no le importaba nada, ni sus padres, ni los estudios, fumaba bastante... Perfecto no era, pero a mi me gustaba tal y como era, con sus virtudes y sus defectos. Nunca había sentido, algo igual. Y eso que todavía no habíamos quedado para vernos cara a cara. Pero no podía controlarlo, no era algo difícil de explicar. Toda la semana estuve hablando con el por mensajes. El sábado, mi cumple, quedamos por la noche, fue una auténtica aventura. Hablando con una amiga se lo conté, me dijo que estaba loca que como se me podía ocurrir semejante locura, pero dijera lo que me dijera, yo iba a hacer lo que me apeteciera, aunque no era una chica de esas de las que hacía lo que le apetecía, yo miraba mucho la opinión de la gente y básicamente mi vida se podría decir que giraba en torno a ella. Vino a recogerme en su coche, quedamos en una esquina cercana al local, me monté en su coche y no pensé en nada, nada más que de mirarle y desear que esa noche nunca acabara. ¡Pul!, fue una noche increíble; se podría decir una de las mejores de mi vida. Me encantó su sonrisa, me encantó su forma de mirarme, me encantó su boca, su cuerpo, su cara. Me volvieron loca sus caricias y me fascinó su forma de agarrarme la mano. Me encantó que sin decirnos nada lo dijéramos todo.
Me encantó que respirara sobre mi pecho. Me encantó abrazarle y apoyar mi cabeza en su hombro. Me encantó llegar a mi casa y poder oler a él. No sé porque pero algo empezó a cambiar, empecé a fallar en los estudios, a contestar a mis padres, a fumar, a pasar de todo. Quería poder vivir la vida igual que él. Seguí quedando con él, no me arrepentía, solo me dejaba llevar por lo que realmente me apetecía hacer. Me venía a recoger todas las semanas a escondidas en su coche, mis amigas seguían pensando que era una locura, pero que si creía que era lo correcto, que continuara. Era otro de los días en el que quedé con él, fuimos a dar una vuelta y es que era cuando estaba con él, cuando me sentía a gusto. Después de mucho tiempo conversando con él me besó, en ese momento era cuando nada giraba a mi alrededor, cuando no existían padres que te dijeran lo que tenías que hacer... Y verdaderamente me di cuenta de que era con él con quien quería pasar el resto de mi vida, con quien quería pasear sin miedo a nada, porque quería que fuera él, el que me dijera ese “te quiero”, en los momentos más necesitados, porque quería que fuese él quien me abrazara cuando todo iba mal; no me daba cuenta de que era bastante precipitado. Sentía que le quería. Que le quería como le quiere el polo positivo de un imán al negativo. Como le quiere la música a los altavoces. Como le quieren los anillos a los dedos. Igual que las estrellas al cielo de cada noche. Le quería como el paracaidista al paracaídas, o al avión. Cuando me miraba le quería como se quieren la comida y la sal. Como el nesquik quiere a la leche, o quizás como se quieren el café y el azúcar. Le quería como se quiere a un paraguas en un día de lluvia, como al agua fría en agosto. Le quería como le quieren cada uno de mis "te quiero" a sus oídos y a la sonrisa que vendrá después, igual que le quiere mi mente a su recuerdo, igual que mis brazos a su cuello. Le quería de esa forma inexplicable, de esa forma tan necesaria, esa preciosa forma .Pero nunca me puse a pensar, que si verdaderamente, él me quería como yo a él. Comenzaron mis dudas, aunque yo a el nunca le dije lo que sentía, me quiero referir, a esos sentimientos tan grandes. Se le estropeó el coche y no puedo venir durante unas cuantas de semanas, pero yo no dejaba de pensar en él hora tras hora, segundo tras segundo; no podía soltar el teléfono y poder dejar de oír su voz, seguía "ciega", no me estaba dando cuenta de que el me estaba utilizando. Y es que, cuando estás ciega por así decirlo, te pueden decir lo que quieras que tus sentimientos no cambiarán pese a lo que pese, hasta que no "te des el topetazo tú sola”. Pese a todo no podía dejar de pensar en él, volvimos a quedar. No se por qué pero esa semana, decidí que no lo iba a llamar yo, que me debería llamar él. Lo peor de todo, es que él me hizo que me convirtiera en una persona avariciosa, ridícula y todo el mundo de mi alrededor se preguntaban el por qué el cambio una persona puede cambiar de una noche a una mañana.
Pasé unos meses sin hablar con él, pero en esos meses conocí a un
chico, con este fui más despacio, no me quería arrepentir, fui paso por paso,
pensándome las cosas más de dos veces y pudiendo dejar la mala vida, hasta que
volvió. Volvieron esas llamadas con Alberto, ese cosquilleo en la barriga y a
dejarme llevar. No sé por qué pero me canse de todo eso. Porque puede que sea
vergonzosa, y un poco tímida, puede que a veces sea muy niña, y algo estúpida.
Puede que me guste escuchar esa estúpida canción que me ata a él. Puede que sea
un poco romántica, y siempre llore al ver alguna de esas películas que siempre
acaban bien. Puede que sea de risa floja, y que me dé por reír al verte
sonreír, puede que se me salgan los colores cada vez que me sacas la lengua,
sólo por verme sonreír y puede, que sea feliz cuando estás conmigo. Cuando
estás sin estar, cuando no te das cuenta de que te miro, o cuando no me quiero
dar cuenta de que me miras sin querer verme. Puede que me guste que me hables a
susurros, y así tener alguna excusa para acercarme más a ti. Puede que tiemble
cada vez que te veo girar la esquina, y que me derrita cada vez que te me
acercas. Y, ¿sabes qué? Que puede que te quiera y más de lo que piensas. Pero
todo esto debía de cambiar y así fue. Pero, no me arrepiento de algo que un día
me hizo feliz. Decidí que iba a vivir la vida sin complicaciones. Sin caminos,
que iba a ser optimista e iba a improvisar. La vida no es un monólogo que
aprender. Nadie ama por amar, ni tampoco ama a la persona que debe. Simplemente
ama.
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