Fenómenos más comunes en otoño.
Los
próximos meses destacan por albergar algunos de los fenómenos
meteorológicos y astronómicos más espectaculares. Así, el otoño está
considerado como la estación de las auroras boreales, ya que es durante estos meses cuando más suceden las tormentas geomagnéticas, cuyas partículas, al chocar con el campo magnético de la Tierra, provocan estos destellos de luces impresionantes.
Además del eclipse total de luna previsto para el 28 de septiembre y la popular Luna de Cosecha, las lluvias de meteoros
se suceden con mayor asiduidad en esta época. Este año, concretamente,
se esperan varias: en torno al 8 de octubre, momento álgido de
observación de las Dracónidas; sobre el 17 de noviembre con las Leónidas; y la más intensa, denominada lluvia de las Gemínidas, que tendrá lugar alrededor del 13 de diciembre.
Cambios provocados en los seres vivos.
Aparte
de las curiosidades relacionadas con el espacio o la meteorología, el
otoño causa efectos en los seres vivos y no deja indiferente a nadie ni a
nada: afecta a los seres humanos en aspectos físicos como la caída del
pelo o el cambio de humor; provoca estados como la hibernación o el
traslado de animales; y modifica por completo el aspecto de los árboles.
Se dice que el otoño deprime a la gente, y esto es debido a la enfermedad conocida como astenia otoñal,
un síndrome ocasionado por los cambios medioambientales propios de esta
época, como la reducción de la luz solar o la bajada de las
temperaturas, que afectan a aspectos como el sueño y el carácter.
Además, es muy común que en otoño se produzca una caída del cabello
destacable, de la cual se desconoce una explicación científica exacta
aunque se intuye que se debe a los cambios hormonales propios de estos
meses.
Desde que amanece el primer día del otoño, los animales ven cómo su metabolismo se modifica para dar paso al estado de hibernación.
Aunque este es más común en los meses de invierno, es en la estación
previa cuando animales como el erizo, el oso o el murciélago necesitan
una mayor cantidad de alimentos para estar preparados durante las
siguientes semanas.
Por su parte, las aves optan por el traslado a zonas más cálidas
que les permita soportar los meses fríos, y animales como los anfibios o
los reptiles adoptan una posición inmóvil en la que duermen escondidos
en sus madrigueras durante las épocas más desfavorables.
En el caso de la flora, se produce el cambio más característico del otoño: las hojas se caen y cambian de color.
Pero, ¿por qué sucede? Aunque en un primer momento podamos pensar que
las hojas caen de las ramas como consecuencia del frío, estamos
equivocados. Las bajas temperaturas son las que provocan la llamada
sequía fisiológica, pero es esta la causante de que los árboles no
puedan trasladar agua a sus hojas, por lo que deciden arrojarlas.
Además, debido a la escasez de luz en el otoño, uno de los pigmentos
principales de las hojas, la clorofila, pierde intensidad, lo que supone
una reducción del color verde y un crecimiento de los tonos marrones y
rojizos, tan singulares y característicos de la estación de las
cosechas.
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