Aquellos que no nacimos en la era digital recordamos con cierta melancolía las cartas, aquellos folios pintarrajeados en los márgenes, con anotaciones, palabras claves y otras rúbricas, que intercambiábamos con nuestros amigos.
En ocasiones, eran amigos que veíamos en las vacaciones cuando venían a pasar el verano al pueblo. Otras, eran “cartas secretas” que remitíamos a nuestros amigos para desvelarles de forma íntima cualquier asunto propio de la adolescencia.
Lo cierto es que nos acostumbramos a eso de fechar los documentos, utilizar cláusulas como las de “querido amigo”, o las deseadas posdatas que podían llegar a ser interminables.
Recordar esos momentos es revivir con cierta nostalgia nuestra juventud.
Hoy en día los modelos han cambiado, pero no las cosas que se cuentan: sus preocupaciones, sus ilusiones, sus heridas y sus risas siguen siendo las mismas.
Por ello, se les ha planteado al alumnado de 1º ESO B y 1º ESO C una actividad que además, de trabajar el contenido propio de la materia en la elaboración de un texto que forma parte de la vida cotidiana como puede ser el de la carta, trabaje también sus emociones, especialmente, la forma de expresar lo que sienten.
¡Y qué difícil resulta encontrar la palabra justa que defina o exprese aquello que sentimos!
La actividad aparentemente es sencilla, se realiza un “amigo invisible” entre los compañeros de clase. Una vez que se tiene el nombre del alumno, esa persona debe escribirle una carta donde exprese cualidades positivas que tenga ese compañero o que transmita a los demás.
¿Y por qué ese contenido? Porque resulta muy fácil fijarse en los aspectos negativos que una persona tiene. Pero cuesta bastante más señalar las cualidades de alguien. ¿Por qué será? Esta era una actividad de reflexión, de buscar el lado bueno del otro, de aquellas cosas que hace bien, de sacar a la luz lo que aporta a los demás… Y elegir las palabras más adecuadas, no es tarea sencilla.
El resultado ha sido muy positivo. No todos estaban contentos con el papel escogido, en muchas ocasiones los nombres que aparecían en ellos no eran los favoritos, pero pese a ello, han sabido ver en los demás cualidades maravillosas.
Vivimos una clase llena de emociones: lágrimas, risas, sorpresas, admiración y también de mucho respeto y cariño. Sentimientos y emociones positivas que alegraron nuestro día.
Comprobamos qué difícil es en ocasiones la palabra justa que quiera expresar lo que sentimos pero también qué fantástico puede ser cuando vemos a los demás felices con nuestra elección, porque las palabras siempre importan.
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